sábado, 31 de agosto de 2013

EL NIÑO SUCIO

Timy era un niño muy nervioso. Se pasaba el día haciendo travesuras en su casa y en el cole y no paraba ni un momento. A Timy no le gustaba bañarse, no cuidaba su aspecto personal, por eso, en el colegio, muchos niños y niñas se alejaban de él quejándose porque casi siempre olía mal. A Timy no le importaba quedarse solo y si los maestros le preguntaban el porqué de esa situación, él siempre contestaba:

-No me importa, estoy mejor solo.

La madre de Timy, que era una mujer muy limpia y aseada, se pasaba todo el día regañando a Timy para que se lavase, aunque casi nunca lo conseguía.

Era tan “marrano” que un día la nariz de Timy llamó a la boca.

-¡Oye amiga boca!, ¿qué te parece la actitud que está tomando Timy últimamente?.

La boca le contestó:

-Mira nariz, yo ahora lo estoy pasando muy mal. Hace más de un mes que Timy no se cepilla los dientes, por eso tengo restos de comida por todos los rincones y como es de hace tantos días, pues huelo fatal, además, mi lengua se está poniendo blanca y mis dientes empiezan a tomar un color oscuro. Ahora le ha dado por comer chucherías y mucho chocolate.

-¡Qué horror!.

-Sí, pues eso no es nada, a mí ya me están empezando a salir caries y mis preciosos dientecillos se están estropeando. Si esto sigue así, se me caerán todos. ¡Estoy tan triste!.

-A mí tampoco me trata mejor- le contestó la nariz- ya no se suena con pañuelo y cuando tengo moquitos, se empieza a meter los dedos una y otra vez hasta que acabo sangrando. Todos los días me hace una herida con sus enormes y afiladas uñas, y como no se las lava ni se las corta, las lleva tan largas, y tan sucias, que las heridas las tengo infectadas, por eso, estoy empezando a inflamarme y tengo tanto dolor. Si esto sigue así ¿qué pasará conmigo?.

- Pues eso no es todo amiga nariz. Si alguna vez Timy bebe algo bueno para su salud, como un vaso de leche, se lo toma tan caliente, que me quema entera, y paso una temporada enferma. En otras ocasiones, se toma los alimentos tan fríos, que se me congelan hasta las encías y, ¡es tan desagradable!.

- Yo creo que nos maltrata demasiado....

Estaban hablando tranquilamente cuando sintieron una vocecita que les gritaba:

- Yo tampoco recibo un trato mucho mejor que el vuestro.

-¿Quién está hablando? – preguntaron la nariz y la boca enseguida.

- Soy yo, la oreja- contestó.

- Y, ¿a ti, qué te pasa?- le preguntó la nariz.

- Hablad más fuerte, que no os oigo.

- ¿Qué a ti qué te pasa?- gritaron a la vez nariz y boca.

-Pues que Timy, se pasa todo el día metiendo cosas en el oído. Unas veces se mete un lápiz, otras se mete una llave, y muchas otras cosas como: palos, tijeras de punta redonda, hojas de papel, ...¡de todo!, hasta que ya no lo aguanto más y se me explota el tímpano. Por eso cada día estoy más sorda. La mayoría de vuestras conversaciones ya no las oigo y... ¡me estoy quedando sorda!.

-Y, ¿qué os parece si hacemos algo para que Timy tenga más cuidado?- dijo la nariz.

La boca pensó un momento y contestó:

- Os propongo que hagamos un pacto para que Timy se dé cuenta de que nos está maltratando, y de que queremos que empiece a cuidarnos un poquito.

- Estoy de acuerdo- afirmó la oreja- las tres unidas tendremos más posibilidades de conseguirlo.

Así fue como la nariz, la boca y la oreja se pusieron de acuerdo y juntas decidieron que no dejarían pasar por ellas más aire, hasta que Timy prometiese comportarse mejor.

La boca habló con Timy y le dijo que no podría respirar más hasta que no hiciera la promesa de cambiar su conducta con ellas.

Timy, que era el niño más descuidado del planeta, no le dio importancia a sus palabras y siguió jugando sin hacer caso.

Al rato, Timy sintió que le faltaba el aire en sus pulmones y empezó a pensar en lo que le habían dicho. Ya estaba poniéndose colorado por falta de aire y aún así no quería hacer su promesa, pues pensaba que la nariz y la boca se iban a arrepentir y le dejarían respirar.

Se equivocaba, pues ni la nariz ni la boca se iban a echar atrás en su decisión.

Había pasado ya tanto rato que Timy empezaba a sentir que se mareaba . ¡Ya no aguantaba más! Y ...

- ¡Lo prometo!. ¡Lo prometo!- gritaba Timy desesperado- ¡Necesito aire!.


En ese momento, le dejaron respirar y desde ese día, Timy parecía otra persona.

Era el niño más curioso y aseado de todo el colegio. Ahora Timy se comportaba estupendamente y tenía una conducta excelente:

- Se sonaba la nariz con pañuelos limpios.
- Se lavaba las manos antes de comer.
- Procuraba comer pocas chucherías y chocolate.
- Cepillaba sus dientes después de cada comida.
- No se metía nada en los oídos.
- Y , una vez al año acudía voluntariosamente a sus revisiones al dentista y al otorrino.

Se cuidaba tanto que ni la boca, ni la nariz ni la oreja volvieron a quejarse de Timy nunca más.

Y COLORIN COLORADO
ES MEJOR SER ASEADO
Ana Rubio

PRINCIPALES HABITOS DE HIGIENE QUE TIENEN QUE APRENDER LOS NIÑOS:

•Higiene bucal: Antes de que el niño pueda cepillarse los dientes, los padres deben pedirle su compañía en el baño para mostrarle cómo se lavan los dientes y explicarles qué están haciendo y para qué sirve el cepillo y la pasta dental. Si el niño lo desea, se puede poner un poquito de pasta, específica para niños, en un cepillo que tengamos preparado para él. Será aproximadamente a partir de los dos años de edad cuando el niño imitará los movimientos de sus padres al cepillarse. Alrededor de esa edad lavarse los dientes debe formar parte de sus costumbres diarias. Como mínimo, se los lavará dos veces al día aunque lo aconsejable es después de cada comida. Una buena higiene bucal y visita regulares al dentista, según nos aconseje el propio dentista, prevendrá la aparición de caries y otras enfermedades dentales.

•Higiene en el vestir: La ropa y los calzados de los niños es un punto en el que debemos fijarnos especialmente. Se debe enseñar que por las mañanas cuando van al colegio, tienen que salir con la ropa y los zapatos limpios. Tras el baño deberán ponerse ropa limpia y colocar la ropa sucia en su sitio. Deben aprender también que a diario tienen que cambiarse de ropa interior y a buscar la ropa más adecuada para cada ocasión, así como a aprender a cuidarla, conservándola en buen estado y teniendo sus armarios ordenados y cada prenda de vestir colocada en su sitio. Los zapatos, deben ser cómodos y adecuados a su pie, ni demasiado grandes ni demasiado pequeños.

 • El baño y la ducha: El baño debe ser un momento de placer para los bebés o niños muy pequeños. Colocando juguetes en la bañera y hace que se entretengan jugando mientras se relajan con el baño. El momento de enjabonarlos debe ser también agradable, para ello una esponja suave y un champú que no irrite los ojos es fundamental .A partir de los seis años de edad se puede permitir que se duchen ellos solos, a esta edad ya están preparados para hacerlo correctamente. No obstante, se debe revisarlo de vez en cuando y aprovechar para limpiarles bien las orejas y observar si es necesario cortar las uñas.

• Higiene de manos: Antes de sentarse a la mesa deberá lavarse siempre las manos. Esto debe convertirse en hábito que hagan de modo reflejo antes de las comidas y no sólo de la principal, sino siempre que vayan a comer: en desayuno, comida, merienda y cena. También deben lavarse las manos tras acabar de comer. Es fundamental y un hábito de higiene básico y que jamás deben saltarse, lavarse las manos cada vez que vayan al baño para evitar posibles infecciones.
VIDEO MOTIVACIÓN HIGIENE PERSONAL

http://www.youtube.com/watch?v=XTFKzmNehnc


Mi cuerpo yo cuido
con mucho interés.
Mi cara me lavo
y lavo mis pies.
Me ducho y me baño
y me peino después.                                       
Cepillo mis dientes,
después de comer.
Y siempre mis manos
Procuro tener,
Limpias y aseadas                      
¡antes y después!.

SALUD E HIGIENE


HIGIENE EN LOS NIÑOS

La adquisición de buenos hábitos higiénicos es fundamental para evitar infecciones, inflamaciones o enfermedades y, para facilitar la integración social del niño.
Al comienzo de la vida escolar, los niños empiezan a hacer sus grupos de amigos y, por lo general, los que poseen un aspecto sucio o malos olores son rechazados por los demás.

Cuando hablamos de buenos hábitos de higiene, no nos referimos a que el niño esté siempre impecable, sino a enseñarle que hay ocasiones como cuando juega en el parque, utiliza pinturas o va de excursión al campo en las que ensuciarse es aceptable y, que hay otras ocasiones, cuando va al colegio, reuniones familiares o cuando sale de paseo que tendrá que estar limpio y aseado

Desde pequeños debemos crearle éstos hábitos, enseñándoles poco a poco cómo deben lavarse e incorporando el aseo personal a su rutina diaria.

Para ello, hemos de enseñarle con el ejemplo, con paciencia y facilitando que las cosas estén a su alcance. Así por ejemplo, si es necesario, debemos tener una banqueta en el cuarto de baño para facilitarle que llegue al lavabo, y que siempre esté acompañado por un adulto cuando la use. Con el paso del tiempo, observaremos cómo cuando logra incorporar estos hábitos de higiene a su vida cotidiana, desarrolla un sentimiento de satisfacción, independencia y de bienestar, al aprender a cuidar de su propio cuerpo.